Eduardo tenía una vida monótona, trabajaba de ocho a diez horas diarias, poco interés en retirarse,
si que entregaban un expediente a
último momento se ofrecía para
procesarlo. Llegaba a su casa, mientras tomaba un café y escuchaba algo de música,
planeaba la cena, cocinar era uno de sus hobby, raramente pedía
delivery. Amante de la electrónica, pero
no de la computación. Sus amigos, comentaban sus incursiones en los chat, los
mail que recibían y él solo hubiera podido comentar la carga de expedientes,
las resoluciones del juez y el aviso a
mesa de entradas para enviar el informe a las comisarías iniciadoras.
Una tarde se decidió, entro a un comercio y compró una notebook ,
solicitó la instalación a un servidor de internet y a la semana inicio su incursión en el mundo virtual. Poseía los conocimientos necesarios por unos cursos realizados, cuando instalaron el software que agilizaba los trámites en el juzgado-
Desde ese momento, regresaba entusiasmado a la casa, se conectaba a las redes sociales, chateaba. Muchas noches pedía comida,
cenaba algún congelado colocado sin mucha atención en el microondas, o un café
acompañado de un sándwich que compraba al salir de la oficina.
Sus contactos crecían, encontró compañeros de estudios, amigos de la infancia, los aceptaba contento, así se contacto a Diana, una desconocida. Muchas veces se pasaba a privado con ella. Las primeras conversaciones fueron sobre gustos en literatura, pintura, música, el país, la familia y mas tarde los personales.
Sus contactos crecían, encontró compañeros de estudios, amigos de la infancia, los aceptaba contento, así se contacto a Diana, una desconocida. Muchas veces se pasaba a privado con ella. Las primeras conversaciones fueron sobre gustos en literatura, pintura, música, el país, la familia y mas tarde los personales.
Se decían enamorados, enviaban fotos, encendían la cámara y crecía el deseo de conocerse. Planeaban ese encuentro, que se demoraba por distintas causas. La vida de Eduardo había cambiado, alegre aunque , la diferencia
horaria ocasionaba trasnochadas, se dormía algunas
mañanas, llegaba tarde, había bajado su rendimiento laboral.
Un mensaje de Diana maravilloso y
esperado, viajaría a su país por unos trámites del padre y tendrían la
oportunidad de conocerse. Solicitó sus vacaciones para poder estar con ella.. Fue a
recibirla al Aeropuerto, durante la estadía, compartieron bebidas, comidas, noches de
música y noches de sexo, y llego la despedida, con la promesa de repetirlo.
Los viajes de la mujer se hicieron frecuentes, cada cuatro o seis meses, hasta que lo convenció que viajara él.. No le comento a nadie su destino, solo se tomaba unos días. Cuando transcurrieron y no se presentó, sus compañeros lo llamaban por teléfono sin respuesta, fueron a su casa y no había noticias. Su familia tampoco sabía nada de él. Hasta que se presentó la Gendarmeria requiriendo información sobre Eduardo.
Los viajes de la mujer se hicieron frecuentes, cada cuatro o seis meses, hasta que lo convenció que viajara él.. No le comento a nadie su destino, solo se tomaba unos días. Cuando transcurrieron y no se presentó, sus compañeros lo llamaban por teléfono sin respuesta, fueron a su casa y no había noticias. Su familia tampoco sabía nada de él. Hasta que se presentó la Gendarmeria requiriendo información sobre Eduardo.
Norma Muñoz, alias Elena Mateo,
alias Zulema Pérez y sigue la lista hasta Diana Robles, pertenecía a una
organización de narcotraficantes, dos años de investigación, sus reiterados
viajes, la detuvo la DEA junto a Eduardo en el Aeropuerto, con 2,5 Kg de
cocaína en la maleta que ella le había preparado.
Eduardo perdió sus ahorros en abogados, tres años de su vida en la cárcel y el trabajo. Cuando por fin, fue liberado, regresó y su primer acto fue tirar por la ventana de departamento en el 10° piso la notebook.
Lapislazuli
Eduardo perdió sus ahorros en abogados, tres años de su vida en la cárcel y el trabajo. Cuando por fin, fue liberado, regresó y su primer acto fue tirar por la ventana de departamento en el 10° piso la notebook.
Lapislazuli