Allí estaba Antonio, lo vio muy delgado, afeitado y el cabello corto
Una pequeña habitación, con una ventana cuyo marco superior
coincidía con el techo, una cama con
sabanas que alguna vez fueron blancas, una estufa eléctrica y un ventilador
amurado. En la pared opuesta a la ventana, una puerta, que luego supo daba a un
sanitario.
Se abrazaron largamente en silencio, ninguno de los dos
quería cortar el momento. Fue él, quien se alejó apenas y mirándola a los ojos
le pidió perdón. Delia siguió en silencio, su boca estaba seca, sus palabras no
le salían, quería decirle tantas cosas,
recriminarle todo, seguía inmóvil y callada, sin abandonar los brazos del
hombre que quería
Expulso un largo suspiro y como respuesta lo atrajo hacia
ella y le dio un intenso beso en la
boca.
Antonio lo tomo como respuesta y comenzó a acariciarla
lentamente como a ella le gustaba, le saco la remera y desprendió el pantalón,
que cayó al suelo. Se retiró para mirarla, mientras se sacaba su propia ropa
La llevo a la cama, le susurro otro perdón al oído, las
caricias y besos fueron creciendo en intensidad, antes de penetrarla se puso
preservativo, lo habían charlado antes que ella fuera detenida, no querían
sumar un conflicto a la situación
actual.
Se quedaron abrazados un tiempo, hasta que Delia tuvo que ir al baño, al regresar,
Antonio se había puesto los pantalones, ella se puso algunas prendas y se
recostaron en la cama
La charla fue sin reproches, algo sobre lo judicial pero
sobretodo proyectos para la libertad
De pronto unos golpes en la puerta los volvieron a la
realidad, transcurridas las dos horas debían despedirse
La semana siguiente de Delia, transcurrió entre entrevistas con el psicólogo, declaraciones, idas y vueltas al
juzgado. Llego el día de otro encuentro de amor. Los movimientos, inspecciones,
caminatas, candados, eran conocidos, pero no por ello dejaba de preocuparse
Antonio la esperaba, estaba feliz, le explico que había
aceptado el juicio abreviado, con una condena de tres años, con la condición de
la eximición de toda culpa para ella. Con buena conducta y computando el tiempo
trascurrido antes de fin de año podía salir, dos años de libertad vigilada sin poder salir del país, encuentros semanales con el gabinete
psicológico, y conseguir un trabajo estable. Esto último era lo que le
preocupaba más, quien iba a contratar un ex convicto
Acabó el tiempo de la visita, charlando, abrazados, sin sexo,
igual lo habían disfrutado como nunca
Debió declarar en el
juicio, aceptado el trato, ese mismo día fue puesta en libertad, los trámites
se concretaron en el juzgado, le pidió a la oficial que siempre la acompañaba, que la despidiera de sus compañeras, les dejaba todo lo suyo para que ellas lo
usaran.
Antes de salir del
recinto le pido permiso para darle un abrazo de agradecimiento y pudo
despedirse de Antonio
En el hall estaban su hermana y su padrino, fueron a almorzar
en un barcito del bosque, no quería entrar a ningún restaurante porque pensaba que la iba a
delatar el olor de la cárcel, el día era ideal, templado, sol tibio y un cielo sin una
sola nube
Lapislazuli
Lapislazuli
Hay un atisbo en esta parte de algo mejor dentro del relato hasta ahora, esa luz de esperanza.
ResponderEliminarBesos dulces y dulce fin de semana.
Lapislazuli, gracias por tu comentario...Espero que hayas comenzado bien el año. Como veo con muchas ganas de escribir y contar esta historia. He leído de un tirón los anteriores capítulos, la verdad es que escribes con detalle, de forma amena y ligera, me alegro por ello...Lo importante es que va tomando visos esperanzadores y la historia parece basada en la realidad.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo y mi ánimo por tu buen hacer.
M.Jesús
Coincido con Muñoz
ResponderEliminarMe gusta la historia
Algo de esperanza viene bien siempre...una salida abierta
Abrazos
Paso a saludarte.
ResponderEliminarNo estoy muy animada últimamente.
Besos.
Buen finde.
Ella pudo respirar otra vez aire puro, esperemos que él pueda hacerlo pronto también, a pesar de las restricciones, un abrazo Lapislázuli!
ResponderEliminarRespirar de esa cierta libertad, aunque dejando a tras cosas que difícilmente se pueden olvidar.
ResponderEliminarBesos
Siempre me gusta leer historias que dejan una ventana abierta a la esperanza.
ResponderEliminarVoy siguiendo tus relatos.
Un abrazo.