Una tarde de otoño en Meridiano V había un festival de bandas de
jazz, muy buenas, una joven espectadora entablo una conversación. Cuando
finalizó caminaron juntos hacia la
salida, Antonio con gran nerviosismo la invito a tomar un café. Charlaron
muchos de música, bandas favoritas, pero nada personal
Se despidieron no sin antes darse
los nombres e intercambiarse los teléfonos, ella se llama
Sabrina, vivía a una cuadra del
bar, cosa que alegro mucho al hombre, no debía ofrecerse a llevarla
En la semana siguiente Sabrina lo
llamo dos veces, una corta comunicación, como estaba, si había escuchado un
programa radial que le recomendó y la despedida
El viernes Antonio junto coraje, la llamo y le propuso
encontrase, acepto enseguida.
Esa noche Antonio no durmió,
sabía que tenía que explicarle su situación judicial, si algo podía nacer entre
ellos debía ser con la verdad.
La cita fue en el lugar
donde se conocieron, se sentaron frente
a las vías abandonadas de FFCC provincial. Ella le conto que vivía con sus
padres, que trabajaba de cajera en un supermercado chino y que participaba del
grupo de teatro comunitario que se llama Okupas del Anden
Antonio sabía que llegaba su
momento, lo dilato lo más que pudo, comenzó con su trabajo, lugar donde vivía y
finalmente, sin mirarla, le contó su pasado en la cárcel.
Fue algo inesperado para Sabrina,
en el primer momento tuvo intención de salir corriendo, pero frente a la
sinceridad o tal vez por algo de piedad, no se fue. Luego hubo alguna confidencia sentimental,
hasta que se despidieron
Antonio espero un tiempo antes de
subirse a su moto, estaba convencido que nunca más la vería. Volvió a la
rutina, su trabajo, los paseos domingueros, alguna que otra actividad
organizada por la Municipalidad, alguna charla con otros asistentes, cuando la
misma se inclinaba a lo personal, con educación se alejaba
Una tarde, para su sorpresa, recibió un mensaje de Sabrina, que agradeció,
fue sumamente escueto
Un par de días después otro
mensaje, esta vez proponiéndole encontrase. Fue un lindo encuentro, caminaron
mucho, charlaron sin tocar el tema de la
cárcel, compartieron una pizza, en la despedida quedaron en que volverían a
encontrarse, ella dijo: “yo te llamo”
En su cama, mirando el techo, el
“yo te llamo” le parecía una sentencia, un adiós. No fue así, dos días después
le mensajeo: “el sábado hay una obra, mi papel es mínimo, queres venir?”
La llamo para coordinar lugar y
hora, lo que era un Si.
Antonio no recordaba la última
vez que había ido al teatro, pero algo
como los Okupas del Anden estaba seguro que jamás lo vio, si bien tenía un tema principal, eran grupos
que iban desarrollando diferentes escenas. La acción transcurría a principios
del siglo pasado, exactamente 1912, cuando se inauguraba la estación y en el
tren llegaba el gobernador. Un grupo eran los invitados a la fiesta, otro de
los empleados y un tercero de los vecinos
Sabrina integraba el grupo de los
vecinos. Cuando termino se acercó acompañada de dos personas mayores, que
habían participado, se los presento, eran sus padres. Después de una breve
charla, los padres saludaron y los dejaron solos.
Lapislazuli
Tal parece que Antonio logrará también encausar su vida.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Antonio también está reconstruyendo su vida, un abrazo Lapislázuli!
ResponderEliminarA ESTA HISTORIA SI LE VOY A SEGUIR EL HILO.
ResponderEliminarABRAZOS